No me siento en la capacidad de darle a mi pareja el amor que merece, todos creen que esa persona me tiene volando por las nubes, pero la realidad es que no siento nada más que afecto. Mis sentimientos murieron y no puedo revivirlos y mucho menos él lo va a poder conseguir, todo lo que quisiera decirle es que ya no siento nada y que no quiero lastimarle, que nada en mí se estremece por él, que todo lo que quiero es ser libre y no tener que sufrir más. El mayor problema y lo que me retiene a su lado es que no le quiero lastimar, no soy capas de decirle que ya no me atrae y que no provoca nada en mí.
Todo este lío empezó cuando lo conocí, no fue de la mejor forma y mucho menos lo que yo hubiera esperado. Todos los días yo usaba mis redes sociales y jamás prestaba atención a desconocidos, pero uno de tantos días llegó una solicitud de amistad que creí sería insignificante, como muchas otras que había rechazado con anterioridad, pero algo me impulsó a aceptar su solicitud y ni siquiera me había dado cuenta de eso, todo lo que parecía bueno se me empezaba a presentar en esa persona, me habló por primera vez y estuvimos chateando por un par de horas, sé que es mucho para sostener una conversación con alguien desconocido por el chat, pero es que algo muy extraño pasaba con esta persona: yo estaba empezando a sentir seguridad, já ni siquiera yo lo podía explicar. Más de una vez logramos hablar por chat y así nos empezamos a conocer, nunca tuve en mi mente la idea de conocerle en persona, pero él lo sugirió y pues lógicamente yo tuve mis dudas, no te arriesgas a conocer personalmente a cualquiera que has conocido por el chat de una red social. Bueno, luego comenzaron las llamadas telefónicas y con ellas más aún la insistencia por conocernos, yo no sabía qué decir, pero para calmarle le dije que sí sin pensar que lo que estaba haciendo no fue la mejor decisión, ese “sí” desencadenó miles de preguntas acerca de cuándo nos podríamos ver. Mi familia nunca hubiera aceptado que yo le conociera personalmente, digo, es muy difícil confiar en alguien que nunca has visto y que mucho menos sabes algo de su vida. Por fin mi curiosidad me ganó y decidí ir a conocerle, pero el encuentro no resultó y mi enojo se hizo notar en el momento, no quería saber nada de él y mucho menos hablarle. Yo sé que no soy una persona que comprende mucho a los demás, pero por algún motivo él y mi amiga me lograron convencer de que las cosas no siempre son tan malas y que seguramente algo bueno nos esperaba. Todo era una señal del destino, yo no debí reconsiderar las cosas y lo que tenía que hacer era cortar con todo, pero mi necedad no me dejó hacer lo correcto…